Qué es la vocación

Vocación profesional

Invitación a la reflexión
Por Viviana Aguirre Miranda
Docente de Universidad Latina, Campus Roma
16 de julio de 2025

Hoy ser docente requiere un engranaje de cualidades que permitan desarrollar un arte tan antiguo como complejo de la mejor forma posible, desde luego conocimiento del campo, experiencia en el mismo, pero eso no basta, apenas es el inicio; también hay que conocer y aplicar estrategias didácticas adecuadas y por supuesto tener conocimientos de IA y de cualquier tópico que surja y se inserte en nuestras vidas, sin embargo, se puede contar con todas estas cualidades y si nos falta una esencial no importa cuánto conocimiento o cuántos cursos de formación o lecturas realicemos, la vocación es el motor de este engranaje.

La vocación es la base, el punto de partida, si no se cuenta con esta piedra angular es mejor desistir, porque reitero sin vocación no hay más que hacer ni perseguir, pero con vocación ya tenemos un sólido cimiento que nos permitirá ir construyendo con disciplina, curiosidad y verdadera convicción de compartir esos conocimientos, esa experiencia a nuevas generaciones y contribuir en la formación de una mejor sociedad.

Vocación docente

Suena idealista, tal vez, pero no es así, es muy real y requiere de compromiso y dedicación (vamos sumando cualidades), ahora bien, es cierto que los escenarios para el proceso enseñanza – aprendizaje se han transformado a lo largo del tiempo, el espacio áulico hoy es diverso, un salón de clases, un cuadro en una computadora que nos puede mostrar un rostro o solamente un cuadro sin imagen porque la cámara no sirve, además nuestras y nuestros estudiantes también han cambiado y eso es bueno porque nos permiten a quienes hemos decidido sumar la labor docente al ejercicio del campo disciplinar elegido esforzarnos y tratar de impactar positivamente en su proceso formativo.

Por tanto, ¿qué estamos haciendo bien? O, mejor dicho, ¿lo estamos haciendo bien?
Esa es la pregunta que en este espacio invito a reflexionar, si creemos que llegar a nuestra aula y compartir información a las y los estudiantes es cumplir con nuestra misión, ya erramos; al tiempo que hablemos, ellas y ellos pueden ir consultando en sus dispositivos móviles lo que estemos diciendo en ese momento, por tanto, qué hicimos bien ahí. Nada, entonces lo importante es que nuestro rol docente le permita al estudiante desarrollar sus competencias y eso no se logrará si solo nuestra voz se escucha en el salón de clases, si solo nuestro criterio es el que cuenta, si solamente damos información que es consultable en infinidad de medios.

Nuestro rol docente es guiar, mediar, facilitar, como lo queramos llamar, pero que permita que las y los estudiantes construyan, se cuestionen, evidentemente se equivoquen y corrijan; solo así hoy cumpliremos con nuestra función docente, desde luego estructurar clases bajo esta perspectiva es más complejo, requiere más tiempo, mayor preparación y por eso al inicio de estas líneas mencioné que la docencia es arte (así lo veo y siento) y la vocación es su motor.

Docente que lees estas líneas, felicidades, elegiste ser un eje transformador, el trabajo es arduo, pero muy satisfactorio, reflexionemos y cuestionemos nuestros pocos o muchos años en el ámbito educativo, pero no en tiempo, no en horas, no en clases, hagámoslo en impactos de vida.